Hacía tiempo que quería escribir este artículo y el otro día me pusieron el balón al pie para que lo rematara futbolísticamente hablando. Os hablo de este personaje entrañable del que hace tiempo que no tenía la ocasión de saludarle y que el mismo destino me lo puso en el camino.
Os estoy hablando de mi amigo Quini, sobrino del que fuera futbolista del recre, Luis Fernández Neto con el que tuve la ocasión de compartir junto a su familia una serie de años magníficos por esos campos de la segunda b.
Quini era un chico muy pasional, defendía a muerte, los colores del equipo en el que militaba su tío Luis Fernández y como si de su mejor amigo se tratara al míster que le entrenara en aquella ocasión. Con Caparrós no llego nunca a partir peras, tenía sus motivos sentimentales para ello, siempre en albiazul y defendiendo los intereses de su equipo.
Sus padres, procuraban llevarlo por el camino de la corrección, pero a Quini le brotaba la sangre cada vez que se hablaba de futbol. Muchos viajes, muchos kilómetros, muchas alegrías y muchas tristezas cuando se perdía por esos campos en el autobús de vuelta con sus padres, familiares de Luis, lo cuales, nunca alzaron la voz por no molestar siempre en un discreto segundo plano.
Los años ya han pasado y el futbol para Quini ha pasado de un primer a un segundo plano, ahora sus prioridades, son la novia que siempre me oculto para no presentármela y el estar guapo y a la moda.
Por cierto su abuelo Don Luis los años ya no pasan en balde y la edad le está empezando a pasar factura. Este es mi amigo Quini, un chaval jovial, al que sin meter goles y no jugar un solo minuto yo le incluyo por meritos propios en la historia de nuestro decano del futbol español. La historia de nuestro recre es también la historia de Quini.
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