Sólo cinco jugadores de la treintena que llegó a formar parte de la plantilla la pasada temporada permanecen en la nómina del Cádiz en el curso inaugurado hace un mes: los defensas Josete y Tomás, los medios Fall y Jorge Luque y el delantero Juan Villar. El onubense fue uno de los pocos que se libró de la limpieza acometida por Raúl Agné y Alessandro Gaucci pese a que su rendimiento no fue el esperado tras recalar en el conjunto amarillo procedente del Recreativo de Huelva.
El atacante comienza su segundo ejercicio en el Cádiz. Ya es uno de los más antiguos del plantel, pero es como si hubiera sido un nuevo fichaje a tenor de las prestaciones que está ofreciendo en este fulgurante arranque de campaña. Porque poco tiene que ver el Juan Villar de la catastrófica temporada 2012/13 con el del recién estrenado campeonato. El jugador teatrero (llegaba desesperar a sus propios compañeros), protestón, inconstante y alocado del año anterior se ha convertido, al menos en las cinco primeras jornadas, en un futbolista centrado, constante, solidario, trabajador y generoso, porque además de marcar también sirve goles, como los tres que puso en el reciente choque contra El Palo.
La transformación de Juan Villar otorga aún más potencial a una plantilla casi nueva que demuestra calidad y solidez en las primeras jornadas. Su crecimiento como futbolista beneficia al conjunto y a él, que ha ganado crédito y se postula como jugador importante a lo largo de los próximos meses.
Varias pueden ser las claves de la evolución del futbolista. La primera, no soportar en solitario la presión de tener que ser uno de los jugadores de referencia del equipo. Este año, con la notable mejora de calidad que ha experimentado la plantilla, es un jugador más y las miradas no se centran sólo en él. La segunda, el aprendizaje que supuso la negativa experiencia de la última campaña -tanto en el plano individual como en el colectivo-, un factor que ayuda a madurar. La tercera, el preparador cadista está sacando lo mejor del jugador. Raúl Agné exige al máximo y Villar sabe que tiene que rendir a tope para contar con la confianza del entrenador, de lo contrario tendrá que irse al banquillo. En el recuerdo flota el decisivo partido del Cádiz ante el Sanluqueño en El Palmar -los amarillos se jugaban nada menos que asegurar la permanencia en Segunda División B en la penúltima jornada- en el que míster dejó al onubense en el vestuario en el descanso porque no le gustaba cómo estaba jugando. La suplencia de Villar en el primer partido de la presente competición liguera -el duelo de la Bahía contra el San Fernando- supuso un aviso para el onubense, que comprobó la competencia que hay en la plantilla para conseguir un puesto en el equipo.
En la segunda jornada ya entró en el equipo desde el inicio -la baja por sanción de Kike López facilitó su entrada en el once- y desde entonces no ha salido de la alineación. Villar ha exprimido la titularidad con brillantes actuaciones hasta ahora inéditas desde su aterrizaje en el Cádiz -salvo algún chispazo de excepción la pasada temporada, como el hat trick que consiguió en Loja-. Es posible que el choque del pasado domingo contra El Palo haya sido, hasta la fecha, su mejor partido con la camiseta del equipo amarillo. No sólo por el gol que marcó y los tres que sirvió, también por su movilidad, su capacidad para asociarse con sus compañeros, sus carreras en busca del desmarque, sus ganas, la facilidad para adaptarse a más de una posición (en cinco partidos ha ocupado la banda derecha y la punta del ataque)...
El delantero marcó diez goles en el campeonato concluido el pasado mes de mayo. Fue el máximo anotador del equipo pero aún así no terminó de dejar buenas sensaciones. La decena de tantos la concentró en seis partidos (le hizo cinco al Loja entre en el doble duelo de la primera y la segunda vuelta, dos al San Roque de Lepe y uno a la Balona, Betis B y Melilla). Es decir, marcó en media docena de los 36 partidos que jugó. Más allá del número de goles, no encontró la regularidad que necesita todo jugador, la que sí deja asomar en los compases iniciales del torneo.
El nuevo torneo lo ha iniciado con máxima motivación y la puntería afinada. Suma cuatro dianas en cinco encuentros y ha marcado en los últimos tres duelos (uno ante el Algeciras, dos en el campo del Écija y uno contra El Palo). El curso pasado nunca repitió dos jornadas consecutivas como goleador y en la actual ya ha mojado en tres partidos en una racha no concluida. El Lucena espera visita y el hambre de gol y victorias sigue intacto.
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