EN 1992 YA ASCENDIERON LOS DOS

El destino es caprichoso. Quizás por su influencia el CD Toledo siempre se juega el pase a Segunda División B ante equipos andaluces o se producen coincidencias como la del año 1992, en la que tanto los verdiblancos como el San Roque de Lepe conquistaron su último ascenso a la categoría de bronce del fútbol español.
En el caso de los capitalinos, aquel hito se consiguió en el terreno de juego del Algeciras, tras un empate a cero que hizo bueno el 1-0 conseguido semanas antes en el Salto del Caballo. Ese salto significó la escalada de los toledanos hasta la Segunda División. Después, tras rozar la Primera con la yema de los dedos, todo han sido desaires con alguna ilusión esporádica, como la eliminación del Real Madrid en la Copa del Rey.
Ahora, el CD Toledo acumula un lustro en el barrizal de Tercera. Por dicha razón, todo lo que rodea al conjunto verde se agarra a cualquier sortilegio que le lleve al equipo a remontar el vuelo de una vez por todas. Si hace falta encomendarse al espíritu de 1992, con aquella plantilla en la que formaban Villalvilla, Dani, Pardina o Paniagua, pues se hace.
Incluso, se han recuperado los viejos amuletos con la esperanza de que se rompa el maleficio. Tal es el caso de una emblemática bandera del club que desapareció hace varios años y que ha sido devuelta por un aficionado, tal y como expresa la directiva capitalina, con el anhelo de que sirva para terminar con el gafe que persigue el cuadro toledano.

san roque. El capricho del azar ha querido que el CD Toledo busque su retorno a Segunda División B ante otro equipo que también vende su alma invocando el espíritu del año 1992. Si el cuadro verde subió a la categoría de bronce en Andalucía, los onubenses lo lograron en tierras manchegas, lo que hace más curiosa la convergencia de los caminos entre los dos conjuntos que hoy se verán las caras sobre el césped del Salto del Caballo.
En aquella ocasión, de la que ya se cumplen 17 años, el San Roque de Lepe vivió una auténtica explosión en lo que a repercusión entre los aficionados se refiere. Sus tres temporadas en Segunda B constituyen la edad dorada del equipo aurinegro y comenzó en Cuenca, con un ascenso a domicilio del que todavía se acuerda Manolo Espina, entonces ayudante en el banquillo de Pepe Rivera y ahora técnico del Recre B.
«En Cuenca, el día del ascenso, había doce autobuses de Lepe apoyando al equipo; cuando volvimos a casa, los seguidores nos recibieron en el antiguo campo del Cartaya y tardamos seis horas en llegar a nuestro estadio, a unos siete kilómetros», recuerda.
Paradójicamente, la historia puede repetirse para uno de los dos 17 años después esta tarde. El que gane, podrá rememorar el espíritu del 92 y tomar el impulso necesario para vivir una nueva época dorada en su historia. El que caiga, deberá esforzarse para conseguirlo en la segunda oportunidad, y ojalá le toque al San Roque postergar el ascenso un mes más.