
El centrocampista de la Real Balompédica Pablo Niño asumió ayer con humildad que técnicos, dirigentes y aficionados del equipo albinero estén molestos con él después de que el domingo provocase su expulsión en Cartaya a ocho minutos del final, al empujar a un adversario cuando ya tenía una amonestación. El roteño pide disculpas, hace propósito de enmienda y acepta la sanción económica que le será impuesta por la junta directiva.
"Soy consciente de que me ha tocado ser el blanco de todas las críticas y lo comprendo", dijo ayer. "No voy a poner paños calientes, no se puede perder con un equipo como el Cartaya ni hacer lo que hice yo, que entré al trapo y que además soy reincidente".
Pablo Niño explica que había advertido al árbitro sevillano Israel González Barea en dos o tres ocasiones de que estaba siendo objeto de provocación por parte de un jugador local, que le insultaba y le golpeaba repetidamente "pero reaccioné mal cuando me dio un empujón y aunque en realidad yo sólo quería quitármelo de encima, es verdad que le empujé y que la tarjeta era justa".
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